
La celebración empieza con una cena en la que se toma Haggis, un plato tradicional escocés preparado a base de corazón, hígado y pulmones de cordero embutidos en el estómago de éste con cebolla, sal, pimienta y otras especias. El resultado es, aunque no lo parezca, un pudding de carne buenísimo, que se suele acompañar con el típico puré de patatas, nabos, y zanahorias. Tal vez por los ingredientes del plato, cuando se pregunta a un escocés qué es el haggis, responden que es una criatura que corre por los bosques sin cansarse.
Antes de empezar la comida y cortar el haggis, se lee el poema de Robert Burns Adress to a Haggis, preparando al plato para lo que le espera, siempre marcando el acento escocés. Esto siempre acompañado de un buen whiskey escocés o Scotch y recitando poemas de Robert Burns.
Lo más divertido de esta celebración, sobre todo para los extranjeros, son la indumentaria y los bailes. La vestimenta típica escocesa para una mujer es fácil, vestido y una banda de tartan (la tela de cuadros) sobre los hombros y por la cintura. Sin embargo, los hombres visten chaqueta de traje, corbata y camisa arriba, acompañados de la falda escocesa, llamada kilt, con zapatos y calcetines eso sí. El resultado es cuanto menos cómico incluso si olvidamos que, en teoría, los escoceses no llevan nada debajo del kilt.
Para terminar la velada y bajar la copiosa comida, bailes al más puro estilo escocés, formando corros, saltando y moviéndose mucho. Una noche que recomiendo disfrutar si alguna vez estais por tierras escocesas alrededor del 25 de enero.