jueves, 29 de marzo de 2012

Hermann Goering

Hoy en España, es día de huelga y esto se ha hecho notar más o menos dependiendo de la parte del país en la que te encuentres. Yo tengo la suerte de estar de vacaciones, pero ya se ha encargado RTVE de recordarme que día es hoy pasando durante toda la mañana un cartelito que decía algo así como: "nuestra programación de hoy es distinta debido a la huelga". Y yo que me alegro, ya que, a mi modo de ver, la programación de hoy ha sido mejor que la de cualquier otra mañana, aunque no tengo la oportunidad de verla muy a menudo. Total, que a eso de las 2 del mediodía me encontraba yo viendo en La 2 un documental sobre este personaje.

Hermann Goering fue uno de los hombres más importantes de la cúpula nazi. Este aristócrata alemán participó en la Primera Guerra Mundial como piloto junto al famoso Barón Rojo. Al terminar la guerra, se afilió al Partido Nazi. Una de las consecuencias de esta guerra fue que se limitaron las fuerzas militares de Alemania, así Goering, que por aquel entoces era ministro, se encargó del rearme y la militarización de la nueva nación alemana.


El ministro tenía fuertes convicciones antisemitas y tras La Noche de los Cristales Rotos animó al pueblo a seguir con los ataques a judíos e intentó evitar que los seguros de los comercios pagaran a las víctimas de aquella terrible noche.

Como piloto de cazas, durante el rearme alemán, uno de sus mayores éxitos fue la creación de la famosa Luftwaffe, la fuerza aérea nazi, cuyo primer éxito importante fue la invasión de Polonia. No obstante, esta misma fuerza fracasó estrepitósamente durante la batalla de Stalingrado y Goering fue desprestigiado ante Hitler ya que había prometido llevar provisiones a los combatientes.


Tras la caída del gobierno nazi, el final de la guerra y la muerte de Hitler, Hermann Goering intentó acercar posiciones con los aliados y fue capturado cuando iba en busca de Eisenhower. Recibió un trato preferente durante un tiempo, pero se dio orden de considerarle un criminal más y pasó a ocupar una celda normal hasta que fue juzgado en Núremberg por las naciones aliadas. Su aparición en el proceso suscitó gran expectación ya que era el único alto cargo nazi que seguía vivo. Además, su imagen había mejorado mucho, había perdido peso y superado su adicción a la morfina (consecuencia del tratamiento para una herida de bala en la pelvis). El alemán se declaró inocente pero no obstante, al completarse los juicios fue declarado culpable de crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y por lo tanto, condenado a morir en la horca. Como militar que era, pidió ser llevado ante un pelotón de fusilamiento, muerte que él consideraba más digna, pero su petición fue rechazada. Finalmente, en 1946, poco antes de ejecutarse su sentencia, Goering se suicidó ingiriendo una cápsula de cianuro cuya procedencia aún no se conoce y que le causó convulsiones y la muerte. Así se terminaba la vida de uno de los artífices de la Segunda Guerra Mundial y de todas sus consecuecias.

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